El Valle de las Reinas, en árabe, se conoce como Wadi El Malekat. Se halla a 2 km del templo de Medinet Habu.

En este Valle, a partir de la XVIII dinastía, fueron enterrados los príncipes y princesas de sangre real, junto con algunos personajes próximos a la corte.

A partir de la XIX, dinastía también fueron enterradas allí las reinas con el título de esposa real.

Al parecer, la primera reina enterrada en el Valle fue Sat-Ra, esposa de Ramsés I y madre de Seti I.

Sin embargo desde la XXI dinastía y durante el Tercer Período Intermedio, los ocupantes de las tumbas pasaron a ser “personajes menores”, sin sangre real.

Durante la dominación romana, el Valle se convirtió en cementerio popular, y tiempo después, en el siglo IV d.C., los coptos quemaron y destruyeron gran cantidad de tumbas y construyeron un monasterio, Deir Rumi, del que todavía se pueden ver sus ruinas.

El primer arqueólogo que centró sus excavaciones en el Valle de las Reinas fue el italiano Ernesto Schiaparelli, director del Museo Egipcio de Turín, entre 1903 y 1906. Realizó los descubrimientos de las tumbas más importantes que podemos visitar en la zona.

A tener en cuenta: a veces se pueden formar colas largas de turistas que esperan para entrar a una misma tumba, y eso, sumado al calor que hace durante el verano, es bastante agotador.

¿Qué tumbas del Valle de las Reinas visitar?

Tumba de Nefertari

Sin duda, es la más impresionante de todas. Se halla a la derecha, nada más entrar al Valle.

No obstante, para poder visitarla, debes sacar la entrada muy temprano, como a las 6 de la mañana. De lo contrario puede que te quedes sin verla, ya que solo se ponen a la venta unas 150 cada día.

Por otro lado, solo se permite ingresar alrededor de 12 minutos. Y para más complicaciones, es de las entradas más caras de Egipto, pues el coste es de 100 euros. Estas medidas disuasorias pretenden conservar el débil equilibrio microclimático.

La tumba de la reina Nefertari, esposa del faraón Ramsés II, fue descubierta en 1904 por el italiano Ernesto Shiaparelli. 

La restauración la hicieron arqueólogos y técnicos de la fundación Paul Getty, coordinados por el catalán Eduard Porta. Tras su tremenda labor, comenzada en 1986, no se abrió al público hasta noviembre de 1995.

A su descubrimiento, la tumba estaba casi vacía: se encontraron partes de la tapa del sarcófago de granito, algunos ushebti, trozos de cajas de madera y un par de sandalias de fibra de palma, que ahora están en el Museo Egipcio de Turín.

Nefertari Merien-Mut significa «la más bella de todas, la amada de Mut». 

La escalera de entrada a la tumba conduce a una primera sala o antecámara cuadrangular. Las pinturas del lado oeste representan el capítulo 17 del «Libro de los Muertos», y muestran a Nefertari bajo un dosel mientras juega al Senet.

En las pinturas del vestíbulo, en tanto, Nefertari recibe la bienvenida de la diosa Selkis (a la izquierda) y la diosa Neith (a la derecha), mientras es llevada ante diferentes divinidades. A la izquierda se halla la diosa Hathor, que presenta a la reina ante el dios Jepri con cabeza de escarabajo, y a la derecha aparece Harsiesis, con cabeza de halcón y con la doble corona del Alto y Bajo Egipto, que lleva a la reina ante Ra-Harajti y Hathor-Imentit.

En la escalera que conduce a la cámara funeraria, Nefertari aparece ante una mesa de ofrendas y dos braseros; ofrece vino en dos vasos nu a varias divinidades: Hathor, Selkis y Maat.

El texto de las columnas verticales dice: «La Gran Esposa Real, Señora de las Dos Tierras, la que es rica en encanto, dulce de amor, Señora del Alto y Bajo Egipto, la Osiris Nefertari Merien-Mut, al lado de Osiris que está en el occidente».

En resumen, el significado de la tumba es la memoria de un viaje ritual del alma al mundo subterráneo.

La Tumba de Jaemuaset (nº 44)

Data de la XX dinastía; fue descubierta en febrero de 1903.

Cuando la abrieron, encontraron un corredor lleno de sarcófagos amontonados, señal por la que se supo que la tumba se utilizó como lugar de entierros comunes.

Lo más interesante son los bajorrelieves de las paredes, excelentemente conservados con sus colores originales.

De estos destaca la escena donde el príncipe se halla en presencia de mset, uno de los cuatro hijos de Horus.

La Tumba de Amón-her-Kepshef (nº 55)

Parece ser que este príncipe, entre otros, tenía el título de «Heredero al trono». Tenía unos 15 años de edad cuando murió. Era hijo de la reina Isis.

Debido al excelente estado de conservación de sus relieves, se la considera una de las obras maestras del arte de la XX dinastía.

La sala del sarcófago llega hasta una pequeña cámara o anexo sin decorar, donde se halla actualmente el ataúd.

En este lugar, y dentro de una pequeña urna, se puede ver un feto envuelto en los vendajes del embalsamamiento, al interior de un pequeño ataúd.

Para acceder, debes dirigirte al Valle del Príncipe Ahmés, un valle lateral que se abre en la parte más baja, al sur del Valle de la Reinas.

La Tumba de Titi (nº 52)

Posiblemente fue la esposa de algún faraón que se llamaba Ramsés, durante la XX dinastía. El interior de la tumba está dividido por un corredor, una sala amplia y tres cámaras menores. Aunque las paredes están bastante deterioradas, todavía muestran algunas pinturas interesantes.

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